"Cien años de soledad"

 


“Cien años de soledad” se ha convertido en un clásico literario y su autor, Gabriel García Márquez, en uno de los más grandes escritores en lengua española. Quizá el éxito de la novela fue inevitable, tal como lo fue el destino de la familia Buendía.

 

“𝐌𝐮𝐜𝐡𝐨𝐬 𝐚ñ𝐨𝐬 𝐝𝐞𝐬𝐩𝐮é𝐬, 𝐟𝐫𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐚𝐥 𝐩𝐞𝐥𝐨𝐭ón 𝐝𝐞 𝐟𝐮𝐬𝐢𝐥𝐚𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨, 𝐞𝐥 𝐜𝐨𝐫𝐨𝐧𝐞𝐥 𝐀𝐮𝐫𝐞𝐥𝐢𝐚𝐧𝐨 𝐁𝐮𝐞𝐧𝐝í𝐚 𝐡𝐚𝐛í𝐚 𝐝𝐞 𝐫𝐞𝐜𝐨𝐫𝐝𝐚𝐫 𝐚𝐪𝐮𝐞𝐥𝐥𝐚 𝐭𝐚𝐫𝐝𝐞 𝐫𝐞𝐦𝐨𝐭𝐚 𝐞𝐧 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐮 𝐩𝐚𝐝𝐫𝐞 𝐥𝐨 𝐥𝐥𝐞𝐯ó 𝐚 𝐜𝐨𝐧𝐨𝐜𝐞𝐫 𝐞𝐥 𝐡𝐢𝐞𝐥𝐨”Con esta frase entramos al mundo de Macondo, el pueblo ficticio que cobró vida para ser el sitio de los Buendía, el taller de los pescaditos de oro, la compañía bananera, la persistente lluvia, los amores prohibidos, la magia y la profecía. Con esta frase, también, entramos a un mundo conocido, porque como Elena Garro dijo: Lo que llaman “realismo mágico” no es nuevo, es la vida misma del latinoamericano, es lo cotidiano. De manera personal, creo que ahí radica el éxito de la obra, enseñó al mundo occidental una realidad distinta a la suya.

 

“Cien años de soledad” fue escrita en 18 meses, pero estuvo en la mente de su autor casi toda su vida. Desde que concibió una saga familiar que no escribió porque le quedaba grande, y para la cual tuvo que experimentar y crear otras historias que sirvieron para preparar el camino de Macondo y los Buendía, hasta ese día rumbo a Acapulco cuando supo que la hora de sentarse a escribir esa novela que imaginó a los 17 años había llegado.


Siempre recomiendo enriquecer nuestra lectura, en esta ocasión, la urgencia de empaparnos de conocimiento es mayor, les digo, si leen la novela vayan a nutrirse de la parte externa, la que conlleva la historia misma de su escritura; de los 60 cigarros al día, la fortaleza de Mercedes quien fue el sostén de la familia durante el tiempo en el que Gabo se convirtió a ojos de sus hijos en ese señor que se encierra a escribir. Deléitense escuchando sus entrevistas, sus recuerdos y no dejen de emocionarse con su discurso al recibir el Premio Nobel de Literatura de 1982.

 

Lo sé, esta reseña está quedando todo menos una, sin embargo, creo que requiero escribir ensayos, artículos, libros enteros para abordar todo lo que “Cien años de soledad” significan para mí, tanto para la profesora de Literatura como para la jovencísima chica de 15 años que descubrió entre sus páginas un mundo en el que lo extraño no era sinónimo de destierro sino de magia y fantasía.

 

Todo en la novela me parece sublime, su inicio in media res, la manifestación de la voz narrativa que todo lo sabe, que todo lo ve y todo lo siente; esa voz omnisciente que no juzga, sino que contempla los hechos y nos hace partícipes de ellos, sí, nosotros también queremos saber, porque nosotros también sufrimos la soledad de nuestros personajes. Esa soledad que atraviesa la novela, que explota y sale de sus páginas para hacernos copropietarios del dolor del coronel Aureliano, la contemplación del patriarca bajo el castaño, la resistencia a la felicidad de Amaranta, el aislamiento de Rebeca, la crueldad de Fernanda y por supuesto, la fuerza y entereza de la matriarca Úrsula.

 

Mientras leemos la obra nos adentramos a una trama que mucho tiene de laberinto, tienes que estar atento, no, no es una lectura para realizar por encima, se lee a conciencia, para no enredarte en esa maraña de nombres repetidos, de anticipaciones y recuerdos que siempre se tienen presente.

 

La frase con la que inicia la novela nos puede hacer creer que la obra habla de la guerra, sin embargo, aunque está presente, no es el tema principal. Gabo nos habla de una guerra contra la autoridad, las injusticias, el destierro y el abandono, una guerra contra uno mismo. Para mí, dentro de la obra hay dos temas centrales. La soledad, como un lastre que cargan los miembros de la familia por generaciones y el incesto, que es notable en el desarrollo de los acontecimientos, y desde luego, en la primera mención de la profecía a la que tanto teme Úrsula Iguarán.

 

“Cien años de soledad” aunque situada en un pueblo ficticio, minúsculo y nuevo; nos cuenta la historia de la humanidad en sus distintas fases de gloria y decadencia. A través de sus páginas, podemos ver todo lo que fue y será, porque si algo nos enseña la novela, es el que tiempo se mueve en un círculo.

 

El final es de impacto. Los acontecimientos te están sacudiendo, pero tu mente está festejando la revelación de la cual has sido testigo. Ahora ves en perspectiva lo leído y encuentras otra forma de entender la obra.

 

“Cien años de soledad” es un libro atractivo, es atemporal, es una historia que podemos encontrar en cada familia que sobreviva en esta tierra 100 años. Es una novela cálida, fuerte, chispeante y, sobre todo, pasional.  Te recomiendo su lectura para reconstruir ese lienzo mágico que es Macondo.

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